1933
Óleo sobre lienzo, 201,5 x 346 cm Estocolmo, Moderna Museet

Dalí - El enigma de Guilermo Tell

El sta pintura, presentada en el salón de los Independientes de París en otoño de 1933, desencadenó las iras de André Breton, que según parece hasta tuvo intenciones de dañar el cuadro, que por fortuna estaba colgado alto y fuera de su alcance. Lo que indignó a los surrealistas de fe marxista fue que el pintor hubiese dado al personaje de Guillermo Tell los rasgos de Lenin, y sobre todo que lo hubiese representado con las nalgas desnudas, una de ellas de dimensiones monstruosas, hasta el punto de que tener que ser sostenida por un bastón ahorquillado. A ella corresponde en el lado contrario la larguísima visera de la gorra que lleva el personaje, igualmente sostenida por una muleta. Con la blandura de la nalga y la visera hace juego la del reloj que hay delante de la figura arrodillada, similar a los de la Persistencia de los recuerdos. La inscripción grabada en el pedestal, "L' enigme de Guillaume Tell", que es también el título del cuadro, permite entender el significado de la escena. Guillermo Tell encarna para Dalí la figura del padre autoritario y prevaricador, en potencia devorador de su prole, como Cronos, y contra el cual él mismo había tenido que rebelarse. Otro pormenor impresionante es la microscópica cuna con un recién nacido dentro, que el amenazador pie calzado con sandalia podría aplastar con un mínimo movimiento. Está clara la asimilación que hace Dalí de Lenin y su padre, ambos capaces de infundir temor, detentadores de un poder amenazador cuya dureza ya tuvo ocasión de experimentar cuando fue expulsado de casa por su relación con Gala.