1929
Óleo y collage sobre cartón, 44,4 x 30,3 cm Colección particular

Dalí - El juego lúgubre (o Juego funesto)

Las teorías freudianas habían atraído el interés de Dalí desde sus años de la Academia, época a la que se remonta su lectura de la Interpretación de los sueños, y toda la obra del catalán es un gran fres-co visionario sobre el cual el médico vienés no deja de proyectar su sombra. Fobias infantiles, opresivos sentimientos de culpabilidad, des-pojos de imágenes religiosas y las omnipresentes alegorías sexuales son el entorno, en este cuadro, de lo que se identifica como un au-torretrato del artista: la cabeza flotante en el centro de la escena, con el gran párpado cerrado y el saltamontes posado en el lugar donde tendría que estar la boca, que aquí es sustituida por unos pliegues de la piel. Extrañas volutas la unen sólidamente, como si fuesen bri-das de carne, a las formas materializadas de sus sueños. Entre éstos, una mano que tiene entre los dedos un cigarrillo (dice Dalí de su pa-dre que "estaba siempre fumando"), nalgas femeninas de vivo color rojo, una serie de sombreros con ala burgueses. No obstante, llama la atención sobre todo, a la izquierda, la es-tatua sobre el pedestal -que recuerda las de Chirico- cuya hipertró-fica mano derecha es una referencia a la masturbación y al doloroso sentimiento de culpa que la acompaña, explicitado por la otra ma-no, que se alza para cubrir el rostro, como se hace cuando se siente vergüenza. Abajo a la derecha, hallamos la figura más perturbadora de todo el cuadro: el hombre con barba -cuyos calzoncillos manchados de excrementos inquietaron incluso a una persona dotada de una só-lida capacidad de autodominio como Gala- que, con una terrible expresión en el rostro, oprime con firmeza en el puño un pañuelo ensangrentado. Es el símbolo del terrible castigo que, en las angus-tiosas fantasías del autor, atrae sobre sí aquella práctica: la castración.