1929
Oleo sobre lienzo,
110 x 150 cm
Munich, Staatsgalerie Moderner Kunst, ant. Colección Oskar R. Schlag

Dalí - El enigma del deseo

Considerado por el propio Dalí como uno de los cuadros más importantes de toda su carrera, fue ejecutado en Figueras, poco después del verano de 1929 y junto con el Gran masturbador, en el taller de sastrería de su tía, que entonces utilizaba como estudio. Es singular que, en toda la amplia producción del artista, no aparezca nunca la figura de su madre; podría por eso ser éste uno de los escasos homenajes que le rinde.

En medio de un vasto paisaje desértico se eleva una extraña roca amarillenta en forma de ala, pulida por los agentes físicos en el transcurso de eras geológicas y perforada por algunas grandes aberturas. La mayor parte de la superficie está sembrada de hoyos redondeados en cuyo fondo se leen las palabras “ma mere”. La extraña formación sale del terreno con nervaduras vagamente arquitectónicas terminadas en una voluta que se transforma, sin solución de continuidad, en la cabeza sin boca, con un enorme y pesado párpado cerrado, que se convierte en una presencia constante en los cuadros surrealistas de Dalí y es la protagonista del Gran masturbador. A la izquierda se congregan en un grupo compacto algunas de las obsesiones dalinianas: el pez, el saltamontes, la mano que blande el cuchillo, la cabeza femenina con largos cabellos, el león que ruge, símbolo de todos los deseos.

Hay también una alusión a su madre en otra obra de 1929, el Sagrado Corazón, en la cual está escrita la frase: “A veces escupo por gusto sobre el retrato de mi madre”, frase que escandalizó a su padre hasta el punto de echarlo de casa.

Se conoce también una hoja con un dibujo a pluma, estudio preparatorio para esta obra, que fue comprada, junto con el Juego lúgubre, por el vizconde de Noailles en la primera exposición del artista en la galería Goemans.