1888
Óleo sobre lienzo,
70 x 89 cm
New Haven (Connecticut); Yale University Art Gallery

Vincent van Gogh - Café por la noche, Place Lamartine, Arles

Van Gogh estaba orgulloso de este lienzo, que, junto con los Comedores de patatas, consideraba una de sus mejores obras. En él representa el interior del local del cual era propietaria Madame Ginoux, la mujer retratada como La arlesiana. Vincent hizo de él una detallada descripción: "En esta obra he querido expresar las tremendas pasiones de la humanidad [...] Por doquier, un contraste de los rojos y verdes más discordantes [...] No es un color ambiental verdadero desde el punto de vista del trampantojo, pero sí un color que sugiere ciertas sensaciones de un temperamento ardiente" (carta a Theo 533, 8 de septiembre de 1888). Y poco después añadía: "He tratado de demostrar que el café es un lugar donde la gente puede arruinarse, enloquecer o cometer un delito" (carta a Theo 534, primera mitad de septiembre de 1888).

El espacio aparece inestable y casi alucinatorio, como si estuviese a punto de resbalar con todo su contenido hacia el espectador. Las figuras quedan relegadas a los márgenes, no hay nadie sirviendo o limpiando las mesas. Los propios personajes parecen aislados y sus relaciones parecen cualquier cosa menos cordiales: la actitud de la pareja del fondo del local no es desde luego la de dos enamorados y produce, por el contrario, una impresión de brutalidad. El centro de la escena, se exceptúa la mesa de billar, que proyecta una sombra inquietante, está vacío y en el cuadro domina una sensación general de abandono, mientras que el colorido vivo y estridente comunica una idea de violencia.

Tras la organización del cuadro se oculta, sin embargo, una notable cultura: la multiplicación de los espacios, con las dos puertas del fondo y el espejo de la derecha, semeja un recuerdo de la pintura flamenca del siglo XVII e incluso del XV. El ambiente del café era uno de los tema predilectos de los impresionistas y de los puntillistas y Vincent muestra ser todo menos un artista aislado, ofreciendo una personalísima interpretación de un motivo muy frecuente en la pintura del momento.