1917
Oleo sobre lienzo,
65 x 72 cm
Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum

Miró - Prades: el pueblo

Corresponde a los inicios de la trayectoria artística de Miró, época en la que mira con interés el arte moderno francés. En este cuadro, como en otros de estos mismos años, la utilización del color remite a Van Gogh y a los Fauves. Las líneas oscuras que dividen el cuadro en zonas bien precisas subrayan las variaciones del color, que no abandona todavía la paleta de tonos naturales, y corroboran una simplificación llena de expresividad cercana al expresionismo. Por otro lado, la representación angulosa del sendero en primer plano y de los campos arados recuerda las obras cubistas.

Miró se vale de un género pictórico tradicional, el del paisaje, para mostrar los lugares de su Cataluña natal, aquellos en los cuales pasa su infancia y a los que seguirá ligado el resto de su vida y volverá después de alcanzar el éxito y hacer realidad el sueño de tener un gran estudio. Estos lugares representan para el artista un elemento imprescindible, revelan algo de su identidad, de su carácter reservado y de la mentalidad que su tierra le había impreso. Se mantiene el contacto simbiótico del hombre con la naturaleza no contaminada; la tierra tiene para Miró valor de atracción, evoca una estabilidad que crea continuidad y renovación.

La curiosidad por todo lo que estaba realizando la vanguardia en Francia constituye para Miró una especie de sustrato cultural (que el artista completará con su estancia parisiense) en el que inspirarse para comprender lo que está sucediendo a su alrededor.