Miró - Naturaleza muerta con zapato viejo
- Detalles
- Marta Olmos
- Joan Miró obras de arte
1937
Óleo sobre lienzo, 81,3 x 116,8 cm Nueva York, The Museum of Modern Art O 2004, Digital image, The Museum of Modern Art, Nueva York / Scala, Florencia
Cuando, en 1937, a causa de la situación política, Miró se da cuenta de que no puede volver a Barcelona, se muda a un pequeño apartamento de París. Interrumpiendo la serie de obras que ya había proyectado, el artista decide hacer algo nuevo, como escribirá a su amigo el galerista Pierre Matisse. Dedicará cinco meses a esta naturaleza muerta, obra que luego consideraría como una de las más importante de su producción. Es parte de la serie de los cuadros "salvajes" y expresa bien la inquietud de Miró y su participación emotiva, nunca política ni referida a hechos concretos, con el uso de colores vivos, ácidos y chillones. La cotidianidad se hace intérprete de la inminente tragedia en un cuadro en el que, más que en ningún otro, Miró vuelve al modelado y al elemento real. Los objetos, aun en su complicidad, adquieren una dimensión monumental: una botella envuelta en papel, una manzana y un trozo de pan con un tenedor clavado muestran una marcada adherencia a la realidad que recuerda sus pinturas juveniles. La representación que logra la trasciende completamente, resultando catastrófica. La rabia y el sentimiento de pérdida lo invaden en el momento en que ve amenazados los valores de la libertad y la paz. Con sus contornos rodeados de un halo luminoso, casi incandescente, los objetos destacan ante un fondo en el que predominan los tonos oscuros, en una relación dialéctica entre luz y tinieblas. Su natural propensión a la curiosidad lo salvó de caer en las fórmulas estereotipadas del "realismo trágico", congelando su clave estilística en la ilusión de poder así alcanzar un lenguaje colectivo. Miró partirá de aquí para encontrar nuevos estímulos, haciendo un esfuerzo por no replegarse sobre sí mismo y por huir. Dio un "golpe de ala" para liberarse de la pesantez en que se había envuelto y su arte conoció el espléndido florecimiento que lo llevaría, a partir de las Constelaciones, a emprender un auténtico vuelo.