Francisco de Goya - El albañil herido
- Detalles
- Marta Olmos
- Francisco de Goya obras de arte
1786-1787
Óleo sobre lienzo, 268 x 110 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado
Este cartón forma parte con los anteriores de la serie destinada al comedor del rey Carlos III en el Pardo y se inserta en una trilogía (con Los pobres en la fuente y La nevada) dedicada a la estación invernal. El insólito tema "social", muy distinto de las escenas de diversiones populares, ha dado pretexto a reflexiones de numerosos historiadores acerca del temprano interés de Goya por los estratos más bajos de la sociedad. En realidad, el cartón tiene una historia detallada. En el boceto, hoy en el Prado, que el pintor presentó al rey para su aprobación, el tema es compositivamente idéntico pero con una diferencia sustancial: los dos albañiles no están transportando a un tercero herido sino borracho. El boceto, de hecho, lleva el título de El albañil borracho, que guarda relación con el prejuicio dieciochesco antipopular según el cual estas categorías sociales se entregan sólo a placeres brutales; los dos compañeros que lo transportan no dejan de reírse del desdichado. Aun siendo Goya un pintor sensible a las temáticas sociales y teniendo como guía su trato con la aristocracia "ilustrada" y con su amigo el escritor y poeta Meléndez Valdés, es probable que desarrollara esta sensibilidad sólo en un momento posterior y que el cambio de tono del cartón con respecto al boceto no haya de imputarse en este caso el pintor. Lo más probable es que fuera una indicación del rey la que le hizo introducir las correcciones que transformaron el tema de cómico en trágico; el soberano había impuesto una orientación gubernamental más atenta a las penurias de las clases pobres y había tomado medidas concretas para prevenir los casos de accidentes en el trabajo entre los albañiles. Es comprensible que una escenita como la propuesta por Goya, en el gusto del escarnio de los vicios populares, no se ajustase a la línea política de Carlos III. La escena, con los personajes que caminan lentamente, emerge de un desolado fondo de andamios con una solemnidad que hace presagiar el tono de cierta pintura del realismo social decimonónico.