1777
Óleo sobre lienzo, 272 x 295 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Francisco de Goya - Baile a orillas del Manzanares

Esta pintura forma parte de la serie de diez cartones para tapices destinados a decorar el comedor de los príncipes de Asturias del Palacio del Pardo, los futuros reyes Carlos IV y María Luisa. Debió de ser esta última, amante de las diversiones y seguidora de la moda del "majismo" que se había difundido en la aristocracia española, la que eligió los temas para los nuevos cartones, encargados a la Real Fábrica de Santa Bárbara el 3 de marzo de 1777. El propio Goya reconoció haber llegado con esta obra a un nivel estilístico más elevado con respecto a los primeros trabajos ejecutados para El Escorial; en una carta a Zapater dice hacerla pintado "de manera más aceptable". La descripción que da el pintor al entregarla es fiel y precisa; cita las dos parejas que bailan y las otras sentadas en el suelo, donde un joven elegantemente vestido bate palmas y los músicos abrazan sus guitarras para acompañar el baile con las notas de una tonada. El origen de una pintura como ésta hay que buscarlo en el rococó francés, señaladamente en las Fiestas venecianas de jeanAntoine Watteau, donde alegres grupos de jóvenes aristócratas se recrean al aire libre. La paleta de Goya, sin embargo, no es la de Watteau, pulverizada en una miríada de cristales de azúcar, pero es fresca, acuarelada y luminosa y capta los valores lumínicos, como bien se ve en el resbalar de la luz por los ribetes azules recamados de oro y sobre los escarpines, también de oro, de la mujer de la izquierda. Compositivamente, la escena está articulada en profundidad en una serie de planos que se ajustan a los desniveles del terreno: se empieza por el primer plano, donde están amontonados capas y sombreros, para continuar por el segundo, donde tiene lugar el baile, y luego, en un nivel más bajo, corre el río y cierran la composición los árboles de la orilla opuesta. Siguiendo el movimiento que imprime el recodo del río, Goya dinamiza la rígida disposición frontal y clasicista típica de su cuñado, Francisco Bayeu, bajo cuya dirección ejecutó los cartones.