Rafael Sanzio - Virgen con el Niño entre san Juan Bautista y san Nicolás de Bari (Pala Ansidei)
- Detalles
- Marta Olmos
- Rafael Sanzio obras de arte
1505
Tabla, 274 x 152 cm, Londres, National Gallery Fechada 1505 en la orla del manto de la Virgen
Esta tabla fue pintada para la capilla de la familia Ansidei en San Fiorenzo del Servid., Perugia. En 1764 hay ya testimonios de que está en la colección de lord Robert Spencer; en la iglesia umbra se puso en su lugar una copia ejecutada por Nicola Monti. El cuadro de Rafael pasó posteriormente a la colección del cuarto duque de Marlborough y en 1885 entró a formar parte del patrimonio artístico de la National Gallery de Londres.
La escena se desarrolla en una capilla de simples formas arquitectónicas que se abre al paisaje a través de un gran arco. Delante se sitúa el trono de madera con una base de tres escalones sobre la que se levanta un baldaquino enriquecido, aunque sin ostentación, con frisos de sencillos motivos decorativos en oro, además de un festoncillo de coral. En el trono está sentada la Virgen, que tiene al Niño sobre la rodilla derecha, mientras que en la otra apoya un pequeño libro que sujeta abierto con la mano izquierda y en el que están concentradas las miradas de ambos. A la derecha del trono aparece san Juan Bautista adorando a la Virgen, y a la izquierda, un poco atrás, san Nicolás de Bari, revestido con los ornamentos que subrayan su condición de obispo y abismado a su vez en la lectura.
En esta obra, fechada en 1505 (otros leen 1506 o 1507) en la orla del manto de la Virgen, bajo el codo, Rafael, a pesar de haberse trasladado unos meses antes a Florencia, se remite aún a soluciones expresadas por el Perugino en algunas obras ejecutadas para Perugia, adecuándose a un lenguaje todavía muy en boga y muy solicitado por los comitentes locales. Sin embargo, Rafael da una mayor importancia a la espacialidad y realiza figuras estructuradas de un modo más atento a la diversificación de los movimientos y los sentimientos del alma, sin caer en las poses repetitivas de una dulzura ya amaneradaque se estaban convirtiendo en los límites de la poética del Perugino.