Bartolomé Esteban Murillo - Niños comiendo uvas y melón
- Detalles
- Marta Olmos
- Bartolomé Esteban Murillo obras de arte
Año 1650-1655
Óleo sobre lienzo, 145,9 x 103,6 cm Munich, Alte Pinakothek
Este cuadro es, junto con el del "Niño espulgándose" del Louvre, testimonio excepcional de la pintura de género de la producción temprana de Murillo. De la gran fama que este tipo de cuadros alcanzó desde el primer momento da fe el hecho de que figure en el Inventario del jefe de correos de Amberes en 1691, menos de diez años después de la muerte del pintor.
En 1698 habría sido comprado por Maximiliano II Emanuel, gobernador de los Países Bajos, antes de engrosar la colección de la Alte Pinakothek de Munich en 1836. Por su tema está a caballo entre el cuadro del Louvre mencionado y las obras de contenido infantil de la Alte Pinakothek. Aunque los niños son dos mendigos harapientos, la atmósfera general del cuadro es más bien alegre y lúdica y poco o nada tiene que ver con la del cuadro de la pinacoteca francesa. En vez de representar la cruda realidad de la infancia de una Sevilla en crisis, Murillo opta por la vía de la evasión y de lo pintoresco. El artista sevillano es el campeón indiscutible de esta modalidad durante su siglo, lo que explica el inusitado interés que ésta despertó dentro y fuera de España.
El cuadro muestra a dos muchachos que cruzan una mirada cómplice mientras comen un melón que acaban de abrir con una navaja y las uvas de una cesta de mimbre. Los dos chavales parecen unos pícaros que hubieran robado la fruta y se estuvieran deleitando con el festín. A diferencia de los otros cuadros de este género ambientados al aire libre, la escena se sitúa en un lugar indeterminado que, al igual que en el cuadro del Niño espulgándose, parece un interior. Ello permite a Murillo dirigir la luz artificialmente para describir con todo lujo de detalles los bodegones de fruta, así como la anatomía de los muchachos. El escorzo con el que están pintadas la cabeza y el brazo izquierdo del niño que come uvas es un ejemplo indiscutible del magistral talento del artista.