Claude Monet - El puente ferroviario en Argenteuil (2 versiones)
- Detalles
- Marta Olmos
- Claude Monet obras de arte
Año 1874
Óleo sobre lienzo, 54 x 71 cm, Paris Musée d'Orsay
Monet ofrece en las obras de este período cortes compositivos fuertemente escorzados e inusuales, como es visible en esta pintura, en la que el punto de vista es un poco elevado y determina una fuga en perspectiva muy acentuada por la enorme mole del moderno puente metálico. La arquitectura de fundición interrumpe el paisaje y se impone a modo de monumento a la modernidad, dividida rítmicamente por la sucesión de las macizas pilastras que sostienen la estructura horizontal. El interés por lo contemporáneo es un asunto fundamental en el impresionismo y el cuadro de Monet nos informa sobre la intervención del hombre sobre la naturaleza, sobre la manera en el que el progreso se injerta en el paisaje, todavía considerado en una óptica positiva.
A la pintura, por tanto, se encomienda la tarea de convertirse en documento de la historia contemporánea, confirmando su capacidad para dar testimonio visual del "estado efectivo de las cosas"; incluso la técnica que utiliza Monet obedece a esta intención. El fuerte impacto, casi arrogante, de la estructura metálica se traduce de modo magistral. Los contrastes entre los claros y los oscuros generan un efecto de contraluz que atrae de inmediato la atención. La agitación del agua que se arremolina cerca del puente aumenta la tensión emotiva provocada por el paso del tren en un lugar que de otro modo estaría sumido en la quietud y el silencio.
El hierro fundido, el acero, el zinc, los materiales de la modernidad, se convierten asimismo en los nuevos protagonistas de muchas e intensas páginas de Émile Zola, a quien debemos admirables descripciones del atestado centro de París y del bullicio del pabellón de la fruta y las flores en Les Halles, cuya "enorme osamenta de hierro mudaba de color tiñéndose de azul", reducida ahora a una silueta oscura "ante las llamaradas del sol naciente".